-Escucha. Te juro que daría la vida por ahorrarte este daño que te voy a hacer; pero no quiero que quede entre nosotros una mentira, ni un silencio si quiera. Ese hombre ha sido mi amante
- ¿Qué has dicho? No..., no es posible que haya oído bien.
- Comprendo. También a mi me parece imposible. Pero ese hombre que ahora sólo me produce desprecio, ese hombre ha sido mi amante.
- No! Dime que mañana no va a salir el sol, dime que el mundo se va a estallar ahora mismo.. Todo te lo creere ¡Pero eso no!
- ¿De qué serviría callar? Algún día tenías que saberlo, y es mejor que te lo diga yo.
- ¿Pero entonces... es verdad? Tú, a quien yo no podía besar sin temblar de pies a cabeza..., tú, la sagrada, la única.... ¿también tú?
- Sí. Desdichadamente, también yo.
- ¿Y eres capaz de decírmelo así, mirándome de frente?
- No tengo por qué bajar los ojos. Me duele tanto como a ti, pero no me siento culpable. Por eso no te pido perdón.
- Está bien.
- Fue hace años, cuando yo vivía muy sola.
- Basta ¿Te he pedido alguna explicación?
- No es una explicación. Es una despedida.
- Por mi puedes ahorrártela.
- ¿Puedes escucharme un minuto?
- ¿Para qué? Entre nosotros ya está dicho todo. ¡Esa es la puerta!
- No necesitas echarme. Mi equipaje está preparado ya.
- ¿Qué esperas, entonces?
- Sólo quería decirte adiós, pero sin rencores; con la mano en la mano.
- No pierdas tu tiempo inútilmente. ¡Corre! Tu amante no debe andar muy lejos. ¡Todavía puedes alcanzarle!
- ¡Eso si que no! Apártate de mi si no eres capaz de comprender; pero no tienes derecho a insultarme.
- ¡Fuera he dicho! ¿ No has oído que quiero mi casa limpia?
- Primero tendrás que escucharme con respeto, sin gritos ; porque en este momento eres infinitamente más pequeño que yo. Tan pequeño, que me das lastima. Lástima y vergüenza.
- ¿Ahora va a resultar que soy yo el que tiene que avergonzarse?
- ¡Tú! El hombre fuerte, el hombre libre, el hombre puro. TODO lo que admiraba de ti ACABAS DE DESTRUIRLO en un momento. ¿Para qué te sirve tu libertad? Para negar la mía. Y tu famosa pureza, ¿dónde está?
- Eso es lo que has hecho de mi. Puedes estar orgullosa de tu obra. 
- Es en lo único que tienes razón. Quise darte un alma grande como tu fuerza, y no he sabido.¡Eres el fracaso más triste de mi vida! De todos modos, si alguien debe algo aquí, eres tú.
- No quiero deber nada a nadie. Si crees que tenemos pendiente alguna cuenta, pasa por la administración :)
- Eso no lo esperaba... es un golpe bajo, indigno de ti. Pero si quieres hacerme daño hasta el final, todavía es poco. ¿Por qué no mandas a registrar mi equipaje como se hace con las sirvientas ladronas?
- No me importa lo que puedas llevarte. Ya estoy acostumbrado a que me roben todos.
                      
                                                                                              Alejandro Casona.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario